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"Los niños gritan y casi ahogan…" | Chernóbil in memoriam

 







ESTRENO MUNDIAL 26 de abril 2024 con apoyo de Irreverence Group Music Lab

DIA INTERNACIONAL EN RECUERDO DEL DESASTRE DE CHERNÓBIL


 

“En recuerdo de las víctimas de los bombardeos atómicos y como plegaria por un mundo sin armas nucleares”

… escrita en japonés y español, encontré esta declaración en el Centro de Investigación Jardín Botánico Lankester de la Universidad de Costa Rica. Pensé, -Los monumentos se erigen sobre los restos de las víctimas, tal y como profetizó el filósofo Walter Benjamín. No solo las víctimas humanas, también las no humanas. Los jardines botánicos nos recuerdan la necesidad de conservar y estudiar especies en extensión, con la esperanza de reproducir ecosistemas destruidos por la misma especie que procura conservarlos.


“Linterna de paz”, Centro de Investigación Jardín Botánico Lankester de la Universidad de Costa Rica.

Fotografía de Susan Campos Fonseca, 2024.

 

La humanidad es una criatura de invernadero. La escritora danesa Inger Christensen (1935-2009) nos dejó en su poesía un testimonio de ello. Por esta razón elegí versos de su poemario Alfabeto (1981), producido durante el apogeo de la era atómica y la guerra fría, -publicado años antes del “accidente” de Chernóbil​ (1986)-, para construir esta plegaria. Pero mi plegaria es por las víctimas de la guerra en todas partes del mundo, y por un planeta herido, la Tierra, que se desmorona ante la indiferencia y avaricia de la humanidad.

 

“Los niños gritan y casi

ahogan los trinos de los pájaros

que están en los árboles; los pájaros

cantan y casi

 

ahogan el susurro

de las hojas al viento;

las hojas susurran

y casi ahogan

con su silencio el cielo,

 

el cielo que resplandece,

y la luz que casi

desde entonces se ha parecido

al fuego de la bomba atómica

un poco”

 

Inger Christensen, Alfabeto (1981)

 

Esta es una plegaria por la paz, escrita por una mujer que mira desde la ventana de su cocina a los niños que juegan en el jardín, mientras el hongo nuclear se alza en el horizonte… esta es la plegaria de una mujer que sale a cultivar el campo, mientras cae sobre la tierra lluvia radioactiva… esta es la plegaria de los niños que décadas después, mueren de cáncer y enfermedades que nadie puede explicar… madres y niños que caen destrozados por bombardeos de drones, manejados por hombres y mujeres de ciudades lejanas… esta es la plegaria de los bosques resilientes que se mantienen en pie, mientras los seres humanos se asesinaban y devoran mutuamente.

 

El polvo y las cenizas letales de Chernóbil​ se levantan nuevamente, las nubes los llevan a lugares recónditos, les siento llegar con la tormenta.


“Los niños gritan y casi ahogan” de Susan Campos Fonseca (2023), fragmento final.

 

Compuse “Los niños gritan y casi ahogan” para tres jóvenes artistas costarricenses, el guitarrista Yanni Chavarría, la pianista Nazareth Aguilar, la soprano y activista Yariela Salazar. Ellos fueron engendrados por personas que, como yo, vivieron durante la tragedia de Chernóbil, en un mundo abrazado por la distopía, pensando en la amenaza de una guerra atómica.  Una generación que contempló el horror desde la televisión, y años después vivirá del mismo modo, desde la caída de “El muro de Berlín” hasta los bombardeos de Gaza.

 

Hoy, en plena crisis climática, en un mundo dominado por las empresas transnacionales que controlan a las IA y a la ingeniería genética, donde el colonialismo y extractivismo que han agotado los recursos de la Tierra, miran hacia otros planetas para continuar, para ese mundo, es esta plegaria.

 

Susan Campos Fonseca

Compositora


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